martes, 10 de septiembre de 2019

Frente a la miseria del capital: una oportunidad




Yo le escuchaba a esta chiquilla de la Karina Ochoa contar que un maestro suyo le había hablado acerca pensar con un foco encima, o algo más o menos así, niña. La metáfora se refiere a que cuando estamos muy ahí que muy, en la cresta de la ola como se dice, no logramos ver la situación en la cual nos encontramos, al menos no con claridad. Y que, en cambio, durante los tiempos complejos, una podía ver con una visión muy regia, el escenario que se presentaba.

Tal metáfora, creo, se puede aplicar a nuestro contexto. Uno, en donde la cesantía golpea fuerte. Es así, niña que la última medición trimestral (abril-junio) arrojó un 7,2% de desocupación a nivel nacional, mientras que para la región de Valparaíso, las cifras se redondearon en 8,0%, siendo las mujeres las más afectadas, con un 9,3%. Números que den cuenta de las raritas, muy que no hay. Ante lo cual, el ridículo de Piñera culpó a lxs migrantes. No es de extrañar, viniendo de un ser habitante de la derecha, defensor de un verdadero dictador como Bolsonaro. Bien se lleva el delincuente de Piñera, así como todo su gabinete de corruptos, con los Fundamentalismos religiosos.

No fue extraño, por tanto, que luego de toa la escandalera por el primer intento de marcha contra inmigrantes, la Intendencia de Santiago -en manos de la derecha- le autorizara en la segunda oportunidad. Marcha que se produjo este sábado. Dicen que 50, dicen que 70 asistentes, pero hubo gente dispuesta a salir a las calles contra lo una “inmigración no regulada”, pero lo que se encuentra en su base es la defensa de La Nación. Esta escalada fundamentalista en Chile, va totalmente acorde a lo que ocurre a nivel planetario, y por lo mismo, preocupa

Por otra parte, que avanza la estocada en contra de profesorxs de historia y de educación física, al sacar sus asignaturas como obligatorias para terceros y cuartos medios.
Puros golpes en contra de quienes no estamos en las esferas privilegiadas de los gobernantes.

Y una escucha a la Camila Vallejo, a la Carol Cariola hablar de la jornada laboral de 40 horas y oye las reacciones del fascismo. Y una oye también, cánticos de La Revolución y acá me detengo, María Carolina.

Esa Revolución que no es, pero será. Y una oye aquello de Jota jota, cc, por las calle. Y que La Revolución, La Revolución; entonces, aquí yo me doy cuenta que esta Revolución sobre la cual vociferan constituye el foco que no permite ver lo que ya está siendo.

Esta Revolución Socialista (esa cosa democrática es tan absurda, niña), se encuentra allá en un futuro, aún no se hace, pero para allá se avanza. Yo no soy nadie para andarle diciendo nada a la gente militante, finalmente, esa convicción que tienen es regia, siempre que no se transforme en tozudez. Sospecho, sin embargo, que se pierden en la luminosidad del foco de La Revolución.

Por dejar todo en pos de La Revolución venidera no se observa la importancia que comporta el acto cotidiano de compartirse una cebolla entre vecinas. Sobre todo en Valpo, con tales niveles de cesantía, niña.

En ese intercambio, lo que se produce, es lo que esta regia de la Rita Segato ha llamado política vincular, una que es simple, práctica. No tengo, pues lo consigo. En la misma línea de esta autora, esta generación de vínculos es clave para superar la burocracia, caracterizada como básicamente, el mundo que habitamos: si se necesita una cebolla, debemos enviar un mail o rellenar la Ficha CAS, o como dice mi prima, ambas dos y las dos juntas.

Es en ese saludo, en la pregunta ¿Cómo está? En la que se puede anidar aquello que nos salvará de ir en fila hacia el despeñadero. Respeto para quiénes buscan un mundo mejor, pensando en La Revolución, pero bonito sería que miraran alrededor y dejaran de estar tan concentradxs en cuánta gente logró aglutinar su bloque en tal o cual marcha. En ese compartir se refuerza el mirarse con el otro.

El otro día, niña, iba en la micro y le escuché decir a una chiquilla que iba con su amiga a casa de un amigo de ambas, lo siguiente: ”El Gonzalo nos podría descuartizar acá mismo y pasaría piola”. No dejó de asombrarme, primero, que ella pudiera dar por totalmente posible el ser descuartizada por quién se supone, era el amigo de ambas, y luego, que naturalizara que no pasaría nada si se supiera o se atestiguara su crimen.

Esto da cuenta de los niveles de crueldad que no solo recrudecen los tipos de violencia en contra de mujeres y de personas no heterosexuales, sino que también nos vuelven indiferentes frente al dolor de otro.

Y fíjate que yo tengo acuerdo con compañerxs que plantean que este mayor recrudecimiento de la violencia en contra de nuestros cuerpos, no tiene que ver necesariamente con el que hayamos salido a las calles, sino más bien, obedece a la crisis que vive este sistema Hetero-Patriarcal Capitalista. Deja tú a un hombre sin trabajo, a ese hombre que le enseñaron a mantener a su familia, muy que esa corporalidad que le llama “su mujer”, se irá de gritito, al tiempo que culpará al vecino inmigrante, al que junto a otro vecino chileno le irán a aforrar en algún momento, sabí.

Ante tal escenario, entonces, regreso al intercambio de una cebolla por un limón, ahí está la esperanza, como le hubiera dicho en mis tiempos católicos, niña. Es el apoyo mutuo, como le dicen las otras, la clave para enfrentar tanto horror. Exigirle al Estado que se haga cargo de crear empleo, que no saque asignaturas de la malla curricular mediante marchas, podrá tener algún efecto, pero también habrá un profundo desgaste.

Y en vez de continuar con la monserga “con el fascismo no se dialoga, se le combate”, terminará por enceguecernos con la marcha de 70 personas que mañana pueden llegar a 700, porque es claro el viraje hacia la más rancia de las derechas, si no se combate lo que se está transformando en sentido común: la cesantía es culpa de lxs inmigrantes, si no somos capaces de establecer diálogos y ser en comunidad o en redes con diversas personas en variados contextos, planteando en conjunto medidas de apoyo solidario comunitario, el panorama se pone de los complejos.

¿Por qué no nos ponemos a pensar de qué manera ayudar en la inminente cesantía de profesorxs?

¿En dónde quedó aquello del pueblo ayuda al pueblo?

Yo diría, humildemente que, las consignas hay que materializarlas, enraizarlas en proyectos políticos vitales plurales, situados, pensados en conjunto en los lugares que habitemos o por y en cuales nos desplacemos.

Si la opción no es votar, si la opción no es la institución, ¿cómo podemos avanzar hacia la construcción de alternativas para enfrentar tan adverso escenario?

Imagina, Claudia: lo bonito de generar escuelas abiertas con pago a lxs profesorxs, entre quienes asistan, o el establecimiento de ollas comunes, bingos, rifas, ferias populares en los territorios, en donde lxs vecinxs puedan vender, intercambiar, para alivianar el no tener pan para comer, o que el sueldo simplemente no alcance.

De nada sirve la teoría, si hay que explicarla. Los copy paste no darán de comer. No digo que la teoría en sí, no sirva, por el contrario, pero me hace ruido el “explicarla”, pues ya se intenta insertar un elemento foráneo en un paisaje con sus propias dinámicas. Y tanto tiempo empleamos en tratar de entender teorías que son inentendibles, si ni con youtube resulta po, ñaña.

Hay que generar reflexiones, saberes, pero desde los territorios a propósito de la política vincular. Hay que compartir más cebolla con la vecina y no naturalizar el rellenar la Ficha Cas para ello.

La Revolución está siendo todos los días en diversos barrios. Pero por pensar en cambiar al mundo mediante Una Gran Revolución, nos perdemos del cotidiano.

Si algo he aprendido es que las respuestas están en los procesos de la naturaleza, de la que formamos parte, pues en rigor, somos naturaleza. La Iván, una chiquilla geóloga una vez me preguntó: ¿sabís cuánto tarda en formarse una roca? Lo entendí todo. Comprendí la importancia de navegar sobre las olas y no a escapar de ellas, porque inevitablemente, había de terminar hundiéndome.

La política vincular, comunitaria, del apoyo mutuo, es simple: no requiere otra cosa que saludar y conversar. También se puede jugar y dar abrazos. En estas conversas saldrán varias personas pinochetistas, racistas, homofóbicas, misóginas, seguramente, pero sabí qué, Nicol: Bienvenida realidad. Es lo que hay, como dicen por ahí.

¿Y qué haremos? ¿Seguir en la lógica del foro en la universidad?

Despleguemos nuestra creatividad, compis: conversatorios callejeros sistemáticos, ollas comunes en cuanta plaza o lugar público se nos ocurra. Si nadie sale de su casa, activemos la chispa, porque aún estamos a tiempo. Así como estamos a tiempo de replantearnos todo.

Seguramente, allí lograremos entender por qué el concepto de facho pobre no es solamente clasista y violento, sino que corresponde a una caracterización errónea. Pues si alguien vota por la derecha, a causa de la promesa de trabajo y comida asegurados, tons, es que hay un largo y arduo camino para continuar cimentando desde abajo, cimientos que posibiliten encumbrarse desde y hacia otras perspectivas, para ver esos mundos posibles de los cuales nos hablaron los zapatistas.

Solo hay que contribuir a ensanchar la mirada. Cuando la gente deje de ver solo A o B, y descubra que sus opciones llegan hasta la Z y más, pasándose pa´ l otro alfabeto, no lo aseguraré, pero intuyo, que las cositas se pondrás más lindas, sabí.

Y es que, finalmente, frente a la miseria del capital: una oportunidad para construir y re tejer(nos)

domingo, 8 de septiembre de 2019

Trans: una borradura histórica de la Colonial Modernidad




Ay, niña: al tiro (pistola de la población, oay) te digo que esto de la Colonial Modernidad dicen que fue un término trabajado por Anibal Quijano, pero la Silvia Rivera Cusicanqui le palabreó y dijo que no fue él el primero en usarlo. En fin, ai no ai k meterc.

El punto, es que uso este concepto para no olvidar que, desde mi perspectiva, no nos podemos explicar como las mestizas y bastardas que somos, si no es en este llamado encuentro de dos mundos. Que inició en la colonización de estos terruños del Abya Yala. Lo que terminó por configurar a la Modernidad, de la cual somos hijas, sabí.

En el caso particular del territorio bajo control de lo que se conoce como Estado-Nación de Chile, desde 1520, comenzamos a recibir lo que la misma palabrúa de la Silvia Rivera Cusicanqui llamó “herida colonial”. El primero en llegar, fue Hernando de Magallanes, a lo que se ha denominado colonialmente como La Patagonia, habitada por Huiliches.

¿Qué había en estos territorios a la llegada de los conquistadores?

Quizá el siguiente texto citado por Ana Mariella Bacigalupo lo responda (*)

“Llegó un indio de tan mal figura, que su traje, perverso rostro y talle, estaba significando lo que era… parecía un Lucifer en sus facciones, talle y traje, porque andaba sin calzones, que este era de los que… llaman hueyes… traía en lugar de calzones un puno, que es una mantichuela que traen por delante de la cintura para abajo, al modo de las indias, y unas camisetas largas encima. Traía el cabello largo y suelto, siendo así que todos los demás andan trenzados, las uñas tenía tan disformes, que parecían cucharas. Feísimo de rostro, y en el ojo una nube que lo comprendía todo. Muy pequeño de cuerpo, algo espaldudo, y rengo de una pierna, que con sólo mirarlo causaba terror y espanto: con que daba a entender sus viles ejercicios… El que usa el oficio de varón no es baldonado por él, como el que en nuestro vulgar lenguaje quiere decir nefando y más propiamente putos que es la verdadera explicación del nombre hueles… acomodándose a ser machis o curanderos, porque tienen pacto con el demonio” (*)

El relato corresponde al cautivo Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán, en una comunidad mapuche durante la Guerra de Arauco en 1629. Lo que describe, es a un machi weye; es decir, a un machi propio de este lugar. Quién ejercía diversas labores al interior de una comunidad, desde curanderx hasta consejero en asuntos de la guerra.

Se referirá a esta corporalidad, utilizando palabras propias de su vocabulario de occidental colonizador: “puto” y con “nefando” da cuenta del llamado “pecado nefando”. Es decir, aquello de lo que cual no se puede hablar, pero que desde la llegada de los colonizadores genocidas, nos ha definido en cuanto a existencias.

Lo que va a ocurrir es la borradura de nuestras formas de habitarnos en un particular son/no son. La mejor muestra de esto es el concepto de Pecado Nefando, que refiere a aquello que no puede ser nombrado.

La siguiente frase es un clásico de clásico, niña, y por lo mismo, lo usaré hasta que tenga too el pelo blanco:

“Aperreó Balboa cincuenta putos que halló allí, y luego quemólos, informando primero de su abominable y sucio pecado”(*)

No se describe el acto en sí, pero se declara con total convicción que se trata de algo abominable y sucio. Nosotras, hemos sido aquello. Y lo preocupante, es que esto ha cambiado en clave de Multiculturalismo diverso e inclusivo.

Para llegar a esta etapa, sin embargo, quisiera dar cuenta de algunos antecedentes previos inscritos por la medicina androcéntrica, oay de los oays.

Primero, esta creación del género en un laboratorio gringo a fines de la década de los cuarenta, de la mano de un equipo médico comandado por John Money, quienes vieron que la categoría clasificatoria de sexo no daba cuenta para abordar una serie de corporalidades que se escapaban al binario excluyente de hombre/mujer. Excluyente, por cuanto si se es hombre no se puede ser mujer y si se es mujer no se puede ser hombre. No obstante, el género tampoco logró contener a todos los cuerpos, fue así que la categoría de intersexualidad saltó a la palestra.

Intersexualidad que, parafraseando a la prima intersex de la Mauro Cabral, corresponde a una clasificación que da cuenta de cuerpos con una serie de características y combinaciones no contenidas en las dos únicas posibilidades de existencia posibles, niña.
Una categoría que estará mediada por centímetros, conformando el llamado protocolo John Money. 4,5 centímetros para un “pene normal”, de lo contrario, había que acomodar, cortando o alargando para dar el tamaño adecuado en pos de asegurar la reproducción heterosexual po, prima.

En esta misma línea, es que en 1953, se oficializará otra categoría, llamada transexual, la cual fue acuñada por Harry Benjamin quién en 1966, publicará su libro: El fenómeno transexual. Benjamin explicará que el problema ubicado “bajo el cinturón” puedía perfectamente ser solucionado mediante la intervención médica. El relato del cuerpo equivocado hacía su entrada de manera magistral.

No fue hasta la década de los setenta, específicamente, 1975, mediante el término “transgender” en Estados Unidos, traducido al castellano como “transgénero” que no se puso en duda, a la transexualidad como discurso oficial, y no desde la medicina, sino que desde activismos políticos, lo cual tendrá ecos en otros lugares del mundo. Aaawwww. ¿Aaawww?

Sin embargo, me interesa plantear  lo “transgender”, así, en inglés, y no porque una sea de las siúticas, sino para remarcar que es un término nacido en un contexto y lugar específicos. Y siempre, creo, hay que tener ojo, niña, con lo que una llega y usa como si fuera crema, sabí.

Ahora bien, este concepto, permitió comprender, así como posteriormente, aquello de lo queer, lo de la pluralidad de identidades y subjetividades que no se identificaban con el discurso médico del cuerpo equivocado. Lo cual, posibilitó diálogos en discusiones en territorios del Abya Yala. Pues, porque una no conocía la existencia de machi weyes, y nunca será tan glamoroso citar a una muxe como Amaranta Gómez Regalado, que a Paul B. Preciado o a la Judith Butler po, niña.

Pero así, lo transexual o lo transgénero que se inscriben en el término paraguas denominado “Trans”, se enmarcan en la lógica de una estructura mayor que lleva por nombre Multiculturalismo, bb.

Este engendro de fines de los ochenta, vendrá a plantear, desde mi perspectiva, nada más que la existencia de una diversidad de identidades que debían ser incluidas en la generosa sociedad y, en consecuencia, en toas sus instituciones. Y digo diversas, porque entiendo que subyace aquí la domesticación. No se incluyen a las putas travestis, a las monstruosas no votantes ni a las que laburamos sin tener que firmar un contrato o extender boletas. Se incluyen a la gente trans. Esa categoría de mediados del siglo XX se impone por sobre algún registro histórico de machi weyes, o de los maricones travestosos atrapados durante la redada del 27 de abril de 1927 en Valparaíso; misma suerte para cualquier atisbo de las locas del ¨73 y su protesta contra la tortura.

Se incluirá, a toa la gente trans, operada o no, binaria o no. Total, prima: ya salieron las zapatillas sin género. Porque el génerx neutre queda supeditado a la promo de Ripley con Diana Bolocco a la cabeza y en liberal clave de derechos. Porque sí, el Multiculturalismo nos habla y habla de derechos, porque de eso va la inclusión. Pero insisto, para incluirnos hay que renunciar a quiénes somos.

Hay que hacerle caso a los Colonizadores que desde 1492 nos reducen al Pecado Nefando, bautizándonos como putos, amujerados y cuánta otra cosa, niña por la re flauta.
Y si una se los reapropia, cuidado, no te quieres. No nos podemos llamar “mariconas” a nosotras mismas, no podemos seguir reivindicando la existencia travesti, pues no es lindo. Hoy se lleva, lo trans, y si se es niñe trans, mejor. Porque de rosado, ya nos habló Cathy Barriga.

Quizá la aclaración esté de más, pero la escribiré: no tengo nada en contra de quién se autoperciba como trans y por supuesto, NADA en contra de niñes trans, porque te digo algo, Mariela, fascista no soy. Lo que pongo en tensión es la borradura, es la domesticación que ha implicado para nuestras corporalidades, aquello de lo trans.
Así no resulta extraño, oír en boca de muchxs compañerxs trans, que son lxs primerxs en tal o cual ejercicio, acción, rol, etc. Y yo digo, hay que ser capaz de mirar nuestro pasado, el cual es aaaamplio, y es mucho más que Daniela Vega, bb. Y mucho más, por cierto, que el lenguaje inclusivo.

Como ya estoy acostumbrada a la crítica: “siempre ves el vaso medio vacío”. Quiero decir, soy capaz de darme cuenta sobre la importancia de hablar de niñez trans, de tener luego una Ley de Identidad de Género, de contar con figuras trans reconocidas, pero quedarse con esta visión, es mirar la vida, con un foco encendido al frente.

Obnubiladxs no podemos darnos cuenta que hablar de lo trans, ni entender que se trata de una imposición de la medicina patriarcal, ni comprender que se inscribe en la estrategia domesticarizadora de la diversidad identitaria, ni reparar que es una de las tantas formas de borrar el quiénes somos, de silenciar el bastardo origen de nuestras corporalidades. Claro que nada de esto lo podemos ver.

Si siendo buenxs ciudadanxs, ni siquiera molestaremos a eso ridículos del Partido de Nazis, disfrazado de “gente preocupada por la Nación”, deberíamos ser capaces de preguntarnos, qué sucede.

Por cierto, en los tiempos convulsos que ya están siendo y se avecinan aún peores, continuar visibilizándose, se vuelve menester, pero, niña: lo trans se inscribe en la lógica legalista, en los derechos. Si nuestra existencia, no será capaz de superar esta esfera, me parece, estamos en problemas. Y en términos, de la Modernidad, en vez de contribuir a detener la máquina demoledora de vida, nos seguiremos dedicando a robustecerla.
No lo desarrollaré en este escrito, porque creo que amerita una reflexión aparte, pero yo, tal y como lo planteó esta prima de la Giuseppe Campuzano, considero que las raritas y rarites jamás hemos estado al borde de la historia, niña; por el contrario, somos y hemos sido parte constituyente fundamental sobre la cual se ha erigido la incuestionable historia androcéntrica, es decir, del varón, adulto y amo.

A nosotras las raritas, llevan casi 527 años, intentando borrarnos de SU historia, y no lo han conseguido. Nos temen, pues saben de nuestras potencialidades desestabilizantes de su sistema mundo colonial-moderno. Me parece urgente que seamos capaces de verlo y de comprender el rol central que podríamos cumplir si nos asumimos al centro del relato y no, incorporándonos a éste en clave inclusiva que no es más que otra forma de continuar borrándonos.
Aaawww.

(*)Núñez de Pineda y Bascuñán, Francisco. Cautiverio Feliz y Razón de las Guerras Dilatadas en Chile. Imprenta El Ferrocarril, Santiago, Chile, 1863 (1673). Citado por Ana Mariella Bacigalupo en su artículo La lucha por la masculinidad del Machi: políticas coloniales de género, sexualidad y poder en el sur de Chile. Revista de Historia Indígena. Consultado en: https://revistahistoriaindigena.uchile.cl/index.php/RHI/article/view/40145/41707
(*)Francisco López de Gómara. Historia general de las Indias. Tomo I

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Debates sobre la Inclusión. Aula Abierta Trabajo Social Universidad de las Américas,sede Viña del Mar. Septiembre de 2019



Se me ha invitado a participar a esta instancia de aula abierta, para, poder ser parte de un debate sobre inclusión. Y me quedé pensando, ¿debatir? ¿Entre quiénes? ¿Cuál es el propósito? ¿En dónde ha de quedar registrado este debate? Sospecho que si alguien lo toma, puede que se parafrasee (dudo de la cita) en un paper, en algún congreso a puertas cerradas. Entonces, desde ya digo: que cada cual haga lo que guste. Pero me parece, que solo pensar en la carrera académica es el claro síntoma de la peligrosa cooptación.

Como hablamos con amigas, la academia, que varias decidimos abandonar y a la que solo nos venirnos a pasear de vez en cuando y de cuando en vez, es un mecanismo de captura. Y que como tal, nos invita engañosamente a ser parte de su comunidad ya establecida, lo que ocurrirá luego, será la transformación de ese incauto individuo, como lo fuimos toas en su momento, sabí. Sino, cómo explicar haberse iniciado en una militancia marxista.

Pero bueno, como dicen las amigas: De too se aprende, niña. Y sí, sabí, muy sí. Es esa experiencia, cruzada por como me dijo la Celeste, una amiga tarotista, esa luna en escorpión que te hace ver por debajo del agua, prima, es que he podido ver, alejada del foco a la inclusión. La veo, niña: en la sala de espera de un hospital. Ahí descubro a la Lucía esperando su operación para convertirse en una verdadera mujer. Yo no me voy a meter en el deseo de la chiquilla, pero sí todo el palabreo que queda en mi iracundo y sensible pecho para la amable inclusión que pactó con ella, la aceptación, a cambio de verse como una mujer.

La veo en el caballero aymara de apellido Apaza, suplicándole al Estado que le enseñe español a su hijo varoncito e inglés, para que se vaya a la conquista del mundo, que el aymara no sirve, porque es cosa del pasado y el pasado pisado como dicen las transformistas del Youtube. Mientras a él lo llevan a cuánto acto académico y político existe en pos de la pluralidad.

¿Y por qué les veo a estos seres?

Ésta es una pregunta que me hago y me la respondo a mí misma, porque estoy siendo LOK

Sucede, chiquilles, que inclusión la entiendo en clave de multiculturalismo, igualdad y cooptación.

Multiculturalismo, comprendido como un proyecto al calor del Neoliberalismo, para hablarnos no, de una pluralidad, sino más bien, de una diversidad y que como tal, se domestica, sabi. A la vez que se refuerza la agenda específica de cada grupo, en pos de la defensa identitaria a ultranza.

Igualdad, comprendida en clave de ser como el Sujeto Universal de la Historia de la Modernidad pues, niña: El Hombre Occidentalizado que le llaman. Entiendo que este debate sobre la igualdad, entre los feminismos, es bastante antiguo, pero no por ello, menos actual, y sobre todo cuando a inclusión nos referimos. Entonces, el ¿iguales a quién? Al Conquistador/Colonizador, niña.

Cooptación: Explicar la cooptación es volver a los ejemplos y hablar de Jacqueline Van Rysselbergue declarándose feminista, es Valentina Verbal, mujer trans actual militante de Evópoli, otrora de RN, es Zuliana Araya, concejala trans defensora de los intereses del PPD en el Municipio de Valparaíso y que por tal, no trepidará en mandarle a los pacos, a quiénes no nos alineamos con sus proyecto político.

Enunciados estos términos, quisiera invitar a reflexionar sobre razones que yo veo para que estemos hablando de inclusión. Para eso, chiquilles: miro en mi calendario mental (porque una es LOK y se imagina cuánta cosa), y llego al 12 de octubre de 1492, en donde inicia lo que un caballero de los decoloniales, el Anibal Quijano, dice que muy se llama, Colonial Modernidad. Aunque la Silvia Rivera Cusicanqui dice que lo dijo otro caballero en 1970, pero como dice  la hermana de mi prima, o sea, mi prima: ai no ai k meterc.

En el caso de lo que conocemos bajo el nombre del estado-nación, Chile, desde 1520, específicamente, con la llegada del tal Hernando de Magallanes y el tal bautizo unilateral de Patagones a los huiliches, niña.

“Aperreó Balboa cincuenta putos que halló allí, y luego quemólos, informando primero de su abominable y sucio pecado”

Las anteriores son palabras de lOs conquistadores, lOs que se encontraron con otro que no era como ellOS, por eso eran los otros. Lo que se produce a partir de ese encuentro, es la delimitación de un yo y de un no yo, al decir de Fanon: ser y no ser. La línea divisoria, constituida por el quién es humano y quién no lo es, terminarán configurando lo que entendemos por raza. Tendrá lugar, a partir de este momento,  el asesinato de lo indivisible, lo complementario, para los pueblos originarios.

Surge con este crimen, la Modernidad y que mediante la acumulación originaria a través del saqueo de los pueblos prehispánicos termina por darle forma a lo que se dará por llamar Capitalismo. España y por consecuencia, Europa, se mira a sí misma y conforma América. Construyéndola a su imagen y semejanza. Por lo tanto, los amujerados, los putos, los sodomitas, los machi weyes, comenzaron a ser desterrados, eliminados, silenciados, borroneados de la Historia. Y es precisamente esta borradura, la cual, a juicio de Giuseppe Campuzzano, nos constituye; él hacía referencia a las personas transgénero; yo por mi parte, lo escribo y lo digo, pensando en la gran cantidad de subjetividades y cuerpos que escapan de la normativa binaria del género.

Siguiendo en la línea de la Campuzzano, nosotras las raritas y les rarites, tenemos la potencialidad de haber estado siempre al centro de la historia oficial, y en la historia anterior a la oficial. Y el haber sido borroneadas expresa que jamás estuvimos ni hemos estado ni en las periferias ni en los bordes: hemos sido, somos y seremos centrales. Hemos sido terroristamente plurales, pero apaciguadas, en principio para homologarnos al Sujeto de la Historia Universal, y en tiempos de Multiculturalismo, para reconocernos y sumarnos a su proyecto civilizatorio, desde la domesticación en clave de diversidad.

¿No lo ven ustedes en las calles? ¿No ven ustedes el fundamentalismo conservador y religioso? ¿No han oído ustedes la repetición exasperante de “No a la ideología de género”? Este término millenial de la década del dos mis, hijo de otra millenial, como Teoría de Género, en respuesta al género, como una perspectiva para comprender más allá del sexo, más allá de solo dos posibilidades de habitarse.

Si fuéramos borde, si no fuéramos letales, para el proyecto histórico llamado Capitalismo. Ay, Danae del Carmen, aquello no sería posible. Este mismo Fundamentalismo fue el que impactó estas tierras el 12 de octubre de 1492 y se dedicó a “normalizar” cuerpos en función del binarismo hombre y mujer. Este montón de indígenas amujerados representaban una verdadera amenaza para sus propósitos, por lo tanto, debían dedicar arduos esfuerzos para destruir cualquier brote de subversión.

Existen autoras como Rita Segato quien sostiene asistimos a un período de Fundamentalismo, producto del fracaso de la política del Multiculturalismo. Y estoy de acuerdo, aunque pondría el matiz de la transición, una que además está determinada por el Estado-Nación en el cual vivamos.

Observo que en el caso de Chile, el Multiculturalismo, por lo tanto, la inclusión, están ahí, es un discurso que se nos aparece por todas partes.. Sí, como aún no estamos de frentón bajo un gobierno abiertamente fascista, cualquier agresión que suframos será consignada, reclamada. Un ex compañero de trabajo, bien diría: “no se les puede decir nada a los maricones”.  Sin embargo, la inclusión opera en la misma clave del Fundamentalismo: borradura histórica.

Así, mientras el primero, nos borra de un plumazo con toda la violencia posible e imaginable de la historia, sacándonos del espacio público; la inclusión nos borra, precisamente, cuando nos incluye.

¿En qué nos hemos de incluir, niña? Creo que es una pregunta fundamental. Pero no se hace, y me parece que se debe a una simple razón: no tenemos historia. Desconocemos la cantidad tremenda de represiones, crímenes; del genocidio específico en contra de nuestras subjetividades y cuerpos. Lo único a lo que podemos echar mano, es a esa historia restringida de por sí, que la Modernidad nos ha permitido saber.

 El relato lo constituye la transexualidad creada en un laboratorio de los Estados Unidos por Harry Benjamín, la cual consiste en convencer que todo se trata de vivir en el cuerpo equivocado, y que tal problema es una cuestión individual que ha de ser solucionada por la medicina a través de tratamiento hormonal y operación de reasignación sexual. Así nos lo han asegurado desde 1953. Mientras que algunos años antes, a fines de la década de los 40s, también en Gringolandia, John Money y su equipo, no considerando el sexo para tratar a tanto cuerpo por fuera de la norma hegemónica, crea la categoría de género y pegadita, la intersexualidad, en dónde los centímetros fueron determinantes para intervenir quirúrgicamente, el cuerpo de bebés.

Nosotras, niña, en la Modernidad, en esta época de avanzada, nos encontramos con el relato del cuerpo equivocado. Luego vendrán seres rebeldes, que desde activismos diversos, se plantarán desde lo transgénero. Acá habrá una mirada interesante, pero colonial, porque se escuchan cosas problemáticas a mi parecer como definir a un indígena con genitales masculinos vestidos, con lo que en la actualidad, son las prendas asociadas a las usadas por una mujer, como un transexual de pueblo originario. Y yo digo, no niña, sabí: no se pueden aplicar categorías de la Modernidad sobre una realidad no fundada en ésta.
Con el relato del cuerpo equivocado, y con el discurso más empoderante que le llaman de lo transgénero incluso, se nos invita a incluirnos en la sociedad pensada por Colón, quién al contrario de lo que la gente cree, siempre estuvo profundamente más interesado en evangelizar que en el oro, como lo plantea la amiga Todorov, sabi.

Entonces, ¿En qué debemos incluirnos cuando hablamos de inclusión? En el sistema mundo gobernado, construido, fundamentado por la burocracia masculinicista de un Patriarcado Occidental que, siguiendo la línea de la feminista indígena Aura Cumes, nada tenía que ver con los sistemas de comunidad con ciertas jerarquías de los pueblos originarios del lugar en el cual ella habita: Guatemala. Y como la realidad de los territorios del Abya Yala, es de las muy diversas, también es posible entender a este Patriarcado como la fusión con un Patriarcado ya presente en estas tierras; es decir, un Entronque Patriarcal, como bien explican las compañeras feministas comunitarias de Bolivia.

Más allá de estas consideraciones, lo cierto es que nos encontramos frente a un sistema de mundo burocrático, que tomando las palabras de la feminista decolonial, Rita Segato, consiste en protocolizar, tecnocratizar, las relaciones cotidianas y de política pragmática de las comunidades anterior a la Conquista/Colonización.

No es de extrañar que uno de los logros principales, para muchas, sea la implementación de protocolos para abordar cuestiones relativas a la violencia sexual. El protocolo, un fin, y no, una herramienta, no es un error, es el correlato natural de una sociedad tremendamente punitivista que en vez de generar espacios de autodeterminación para que comunitariamente podamos decidir qué hacer frente a tal o cual situación, solo está preocupada del castigo. ¿Es que acaso no se nos dijo claramente que seríamos dependientes eternos del Estado, nuestro papi de por vida? Porque, bueno: se firma el contrato social. Uno, que como lo dijo la Carol Pateman, es más bien, un contrato sexual, en dónde los hombres, guardianes del espacio público, no tendrán más chance que acosar, abusar y violentar a todas quienes habitemos lo femenino o seamos feminizadas desde su propia construcción vital. Porque jamás fuimos libres, no con el Estado cual tutor.

Frente a tal escenario, me gustaría hacer la invitación a reunirnos, cantar, reír, bailar, simplemente mirarnos. Al vincularnos mediante la recomposición de los tejidos sociales, de nuestros vínculos comunitarios. Es decir, abandonar la burocracia impuesta mediante el proceso de conquista/colonización, ya mencionado y que, me parece habría que precisar que lo veo, principalmente, como una lógica de verticalidad.

Esto, en cuanto es un grupo (suele ser una elite o cerrado) el cual determina, tecnocráticamente, los caminos a seguir para lograr amoldarse y terminar por incorporar a los grupos excluidos, a las dinámicas de la sociedad en marcha, y sobre la cual no opinan para conformarla, sino que para incorporarse a lo ya establecido.

Y siguiendo la línea de Segato, esta burócrata verticalidad, me parece que la podemos ver en la complejización del trato cotidiano: con esto me refiero a que se emplea la distancia, la formalidad, un lenguaje adecuado y objetivo para relacionarse con subalternos y éstos a su vez, entre ellos.

Se constituye la experticia de un grupo, los llamados expertos que dan a conocer la realidad de tal cual población excluida. ¿No han asistido ustedes a las llamadas charlas sobre niñez trans? Pregunta foro, que dicen las amigas: ¿No les parece violento que un psicólogo o psicóloga, mediante exposición con diapositivas con citas de cuánto reputado médico exista, explique qué significa ser unx niñe trans?

¿Es que acaso, hay gente brindando charlas respecto de qué es ser hombre o mujer?

Ay, niña: y es que se privilegia, en pos de la inclusión, la mediación siempre formal, siempre enrevesada y siempre desde la exposición en clave de sujeto/experto y objeto de estudio.
Déjenme decirles una cosita, como diría la amiga transformista de la Organa, con las chiquillas hemos llegado a concluir que cualquiera que se haga llamar experto en género, podría o debería más bien, ponerlo en cuestión, en pos del diálogo. No se puede ser experto en una materia llena de matices sujetos a contextos diversos, tantos, que no pueden ser enumerados por los dedos de nuestras manitas, y solo da cuenta de la lógica positivista de la observación del objeto de estudio.

La inclusión es problemática, porque es sintomática de Patriarcado Occidental. Si se necesita inclusión, es porque existe una exclusión, y para que haya exclusión, un grupo se tuvo que poner al centro como protagonistas de la historia, lanzando a todxs quienes no sean parte de ese grupo, a los bordes. Y esto, porque se construye Sujeto y Otredad. La lógica replicada por los psicólogos.

Si comenzamos a vernos, a sentirnos, a confiarnos xl unx en xl otrx, si hacemos comunidad o si generamos un apoyo mutuo, si nos comenzamos a pensar en perspectivas de proyectos políticos vitales que por tal, puedan poner al centro la vida y cómo deseamos vivirla, de manera colectiva, horizontal, sin tener que agendar reunión con tal o cual autoridad, sin necesidad de un timbre ni de la tramitación de una ley para comenzar a utilizar el nombre legal, no será necesaria la inclusión, porque nadie tendrá que incorporarse a lo ya establecido, sino que como todxs, será parte fundante del ¿qué queremos? ¿cómo lo queremos? Y cuanta otra pregunta que te enseña el profesor de biología cuando te habló del aborto para decir “es malo”.

Y pienso, aprovechando que estoy acá, sabí: cuando se habla de comunidad universitaria por ejemplo, no se puede tomar este concepto a la ligera, como algo dado. Porque las comunidades como ya decía, se construyen entre todxs, pero sin autoritarismos, se hacen en igualdad de condiciones.

Tons, como dice la amiga de los zapatistas terroristas: la gente rarita como una, que dicen que dicen que somos algunas, no es que se tenga que incluir, no es que la tengan que incluir, entre todxs se ha de construir el proyecto de comunidad universitaria que se estime pertinente o más mejor, como dice la Teresa cuando don Braulio le da su punto de vista.

So, denle una vueltita larga, intermedia o cortita, o todas juntas, a esto de construir horizontalmente, y mandar menos correo con tanta formalidad o dejar de enviar tanto mail y a verse más, a saber quién es cada cual, qué le afecta, que le pone feliz y así y así. Tal vez, no hagan falta ni normas ni protocolos, tal vez y solo tal vez, porque en un mundo marcado por la certeza, yo creo que es más linda la incerteza (no arruinaré la rima usando la palabra incertidumbre) para no tener un plan armado a imponer, porque de lo contrario, vamos a seguir pensando que somos Europa, mientras que el otro es América.

Y no puedo dejar de decir: mientras hablemos de inclusión, es que necesariamente, estamos generando exclusión