martes, 25 de agosto de 2020

Existencias No Binarixs, “Pauta Libre y la derrota de Jaime Guzmán. Texto para ciberpalabreo viernes 21/08/2020

 



Desde hace un tiempo, he estado asistiendo a comprar el pan a una panadería del sector de Echaurren, lugar que habito en los tiempos actuales. Viviendo ahí, en Cordillera que dicen, no es na Cordillera sino que Pre-Cordillera, como me comentaba el Alonso el otro día que le llamaban al sector que habitamos algunxs. Ahí, en las faldas del cerro, porque para mí, no es una sola falda, son múltiples que bailan en el viento de un Valparaíso recorrido por milicos y gente que habla de los milicos que dicen habla de la gente que hablan de los milicos.

Una de las razones para asistir a esta panadería, son sus bolsas de papel. Son tres tamaños que una puede elegir. Yo elijo el de tamaño medio. Allí llega mi pan. La última vez que fui, eso sí, no usé las pinzas; es que no las encontré y no quise molestar, como cuando era chica y no me movía para no molestar. Pero dispuse el pan en la bolsa de papel… Ay, su textura, su sonido a ratos quebradizo que adorna mi ruta por el sector, para obviar que más allá aguardan los milicos sedientos de ejercer una nueva humillación.

Son tan lindas: son simples, unicolores. Entonces, ¡cuánta belleza! Así las he ido arrumbando en el librero de mi pieza. Las faldas del cerro que habito, se mueven y yo con ellas. Así, en mi mente se levanta la idea de faldas de papel, una que sean muchas, muchas que se bifurquen y develen que el camino de la rigidez: ése que nos enseñado e impuesto, es un camino a través del cual no podría existir cauce de río, agua… agua. Es decir, no podría desarrollarse vida. En la rigidez no pueden bailar las faldas. Yo pensé en faldas de papel, un collage que de cuenta de un desbarajuste, de un caos, de un bosque que, como tal, es caótico. Una rebeldía que nos aleja del monocultivo, de ese Mundo del Uno, de aquella costilla de Adán, de esx otrx que se niega.

Estas faldas que no ondean como bandera chilena, porque no es que habiten Chile, habitan la ruptura de una falda que son muchas. Allí, en la pre-cordillera del Cordillera, allí observo reflejos de flujos otrxs, como dirían lxs zapatistas, otroas. Allí observo, percibo, así como en mí, que me muevo con los coqueteos del tomate, con el baile de la palta que me invita al goce. Allí, cual faldas, aquellas existencias no binarias. Primero, creo, niña, es tan importante hablar de las existencias:

Recuerdo a una chiquilla, la Javi. Allá por el 2017, estábamos desarrollando una serie de reuniones, varias virtuales, porque no todxs habitábamos la misma zona geográfica. En pos de levantar un Encuentro Trans No Binarix que, finalmente, se pudo desarrollar a fines de octubre de aquel año. Mientras estábamos dialogando sobre las cuestiones relativas al Encuentro, la Javi muestra cómo estaba creciendo su cabello. Para ella era tan relevante y, de pronto, para el resto de nosotrxs también lo era.

La Javi se nos colaba por todos nuestros sentidos, en cada baile de ese cabello, en cada detalle de aquel cabello que se avizoraba fuerte, movedizo… Allí. La Javi, a quien aún seguimos conociendo como Javi, existió, existe. Comprendí que el Encuentro que estábamos intentando levantar, para mí, me ubicaba frente al espejo. Existí en ese momento con Javi. Porque no se trataba solamente de sus cabellos, eran todos nuestros cabellos. Las ansias de tenerlos largos, a lo cual posteriormente, invadía la tristeza cuando los cortaban… ese pelo de la Javi nos hacía existir, existimos de múltiples maneras, durante las reuniones, durante el encuentro y también, post Encuentro.

Es tan importante existir, para quienes hemos debido inventar palabras para existir, diría, para existir-nos, existir-nos junto a otrxs, con otrxs, en otrxs. Siendo existencias, muchas, que están siendo no binarias. Porque ante la imposibilidad de encontrar palabras en el imaginario dominante, impuesto y profundamente violento: excluye, invisibiliza… Mientras las creatividades de las existencias otras se inventan alguna palabrita, algún sentir… por ahora, está lo no binarix. Pero así con x y en plural. Porque incertidumbre, porque fluyen.

¿Y aquello de lo no binarix o existencias no binarixs Qué implica? Pues, incertidumbre, No sabemos en rigor. Porque fluyen, fluyen, y son en sí fluidos, más que el proyecto inacabado que busca tener una culminación. Es un desafío a esta Modernidad, que ya dijeron por ahí, su historia empieza y acaba con Europa. En estas existencias No Binarixs, La Europa se desgrana, es arena que se pierde entre los dedos, en su propio descompuesto olvido. Europa se muere, y se lleva consigo, agonizantes, a los binarismos… rígidos y excluyentes binarismos que se parapetan tras sus propios muros del Mundo del Uno. Van brotando las existencias no binarixs, tensionando y poniendo contra las cuerdas al Pensamiento Binario, a la existencia que es una sola, porque es del Mundo del Uno. Es un binario que excluye lo que no sea y curiosamente, corta, con su cuchillo, su propio cuello.

En estos tiempos, brota vida. Faldas muchas bailando entre ellas, las de la pre-cordillera y junto a otras y otroas y otroes y otrxs. Brota energía, brotan creatividades. De seguro, muchxs de ustedes deben estar retomando sus acuarelas, sus poemas y canciones inconclusos, sus fanzines, etc. Yo bailo con y en las faldas de la Pre-Cordillera. Estas creatividades que pugnan por salir a la superficie, se manifiestan por todas las grietas de este mundo que se viene abajo, porque su rigidez de milico, lo agrieta con su propia rigidez.

Se expresa en todos los rincones, en todos los aspectos. Surge aquí, en este contexto: “Pauta Libre”, el programa político de aquel pequeño Canal, llamado la Red, cuyo dueño mexicano, dicen que lava dinero, pero bueno… detalles, de ciertas cosas mejor no hablemos, aaawwww. Mientras en Canal 13 se reestrena “A esta hora se improvisa”, un programa de los sesenta y setenta, con la conducción de Nicolás Vergara, un verdadero militante Udi, aunque dicen que más a la derecha de la Udi, un militante por el rechazo, quien recibe un panel que se conforma con el cuoteo de Libertad y Desarrollo, como una expresión más de cómo la derecha fáctica se ha tomado el canal de Andrónico Luksic, cuyo hijo, Max Luksic. Un gran o mal negociador, dependiendo de la perspectiva.

La Red por su parte, con Pauta Libre, ha tomado el guante de las tensiones, críticas, hacia una televisión siempre en favor de la derecha oligárquica, desprestigiada como toda la institucionalidad, que no aguanta más. Sin embargo, lo hace dentro de un binarismo que es por lo tanto, dicotómico: se hace parte del Apruebo. Será el programa del Apruebo, frente al Rechazo. La revuelta, en términos mediáticos, insiste en ser atrapada desde la decodificación binaria. Una dicotomía ficticia, porque el Patriarcado lo hizo de nuevo, un Patriarcado que edifica narrativas una y otra vez. El Patriarcado de la romantización, el Patriarcado de la idealización.

Sin embargo, y aunque sus rostros sean Mirna Schindler, Mónica González, Alejandra Matus y José Antonio Neme rostros de una exasperante socialdemocracia. Hay que señalar que se trata tres mujeres y un homosexual. Lo que en términos simbólicos, no deja de dar guiños hacia una calle embravecida, solo sostenida por la camisa de fuerza pandémica. Sé que son profundamente, rostros socialdemócratas, pero no son en ningún caso, “A esta hora se improvisa.”

Ante el derrumbe cada vez más altisonante de todo este mundo de miserias, es que los patriarcas capitalistas, genocidas, insisten en parapetarse. Resucita Jaime Guzmán con A esta hora se improvisa, pero solo para atestiguar su más dolorosa derrota. No es que sea el llamado modelo que cae, es que las grietas dan cuenta de heridas aún más profundas, que requerirán un tratamiento aún más profundo.

Ese Mundo de una única posibilidad, representado por Guzmán, se agrieta, se está cayendo. ¿Es lo no binario una nueva especie de sujeto revolucionario? No, lo no binario, o las existencias no binarias, no son garantía de absolutamente nada. Ninguna identidad o no identidad en sí, lo es. Es iluso el pensarlo, pero entiendo la necesidad de encontrar constantemente sujetos revolucionarios. Y es que, comprender las existencias no binarias solo como una estética, solo como cuerpos, solo como identidades es quedarse en la superficie.

Lo que se plantea frente a este mundo de Jaime Guzmán, ese mundo de la rigidez, del Uno, de lo que no flamea con los vientos cordilleranos y se muere con el veneno de su propia agua estancada, es que las existencias no binarias, son esx monstrux que nos dice, nos notifica, nos avisa, nos advierte que la profundidad de estos cambios, requieren de una profundidad de reflexión interior, de cada cual, en conjunto con otrx. En tal sentido, esa advertencia, nos da cuenta que no solo puede ser no binaria una identidad, sino que nuestras maneras de aproximarnos al mundo y estar siendo y estar estando en el mundo. Si lo no binario es solo identidad sexo-genérica,  sin lograr dar cuenta de la potencialidad de su propuesta como existencias, como una existencia no binaria corpoterritorialidad: una fluidez en consonancia con plantas, con vibraciones otras, con sentidos otros. Entonces, la potencialidad se extravía… lejos…

Que la dicotomía de la rigidez de cualquier Jaime Guzmán interno, de paso a la fluidez no seguir con dos polos. Porque no se trata de Apruebo o Rechazo, se trata de los mundos que deseamos construir o seguir construyendo. Sentir, pensar, sentipensar sin binarismos, sin las dicotomías excluyentes, sin la ética de la guerra, es una potencialidad que nos están mostrando las existencias no binarias.


Monstrux: aproximaciones para problematizar nuestras prácticas políticas. Texto presentado en primera sesión de Olla Común Constituyente.

 

Existen las más diversas explicaciones, definiciones, aproximaciones, etc. Respecto de lo que implicaría ser eso llamado monstruo: desde que atenta contra la naturaleza, por ende contra el Dios cristiano y todo lo vivo, hasta que es parte del orden natural de la cosas, bajo la figura de la excepción a la regla. De rechazados a portentos. Por lo tanto, desde mi perspectiva, su entendimiento y aproximación son contextuales, dependiendo así, de la época y lugar en los cuales nos haya tocado vivir.

En los tiempos actuales, en este lugar llamado Estado Nación Chile: se equipara monstruo a lo anormal que debe ser castigado, dado que, al parecer, los jueces del comportamiento social establecen que lo monstruoso, en cuanto anormal, resulta del todo imposible de corregir para volverlo… normal. Particularmente con los lamentables casos recientes de Antonia Barra y Ámbar Cornejo, el monstruo como significado de esa peligrosa anormalidad vuelve a ponerse en la palestra. Una que refleja lo que muy bien Foucault nos explicó respecto de la normalización, un proceso que dictaminaría qué sería lo normal y lo anormal. Es decir, qué sería correcto y lo incorrecto. Una verdad que debía imponerse sobre la peligrosa mentira que escapaba de lo que se debía ser.

Así, el violador de Antonia, Martin Pradenas y Hugo Bustamante, han sido caracterizados como verdaderos monstruos, lo que para alguien como yo, representa una gran preocupación. Pues los monstruos, en este sistema mundo de la Modernidad, una que es Patriarcal y Colonial, han y por qué no decirlo, hemos sido excluídxs, por la frágil normalidad que se ve amenazada por nuestra presencia.

Quisiera señalar inmediatamente lo siguiente: Martín Pradenas, Hugo Bustamante no son monstruos son hombres cis, heterosexuales. Pradenas, además, de una familia acomodada. Y por sobre todo, normales. Pues tal como lo plantea Leonor Silvestri, la violación no es la excepción, es la regla. Tendría que decir, para ser más precisa al referirme a ambos casos: la misoginia no es la excepción, es la regla. No es el momento, por ahora, para profundizar en aquello. Pero desde ya me gustaría hacer la invitación a cuestionar esta misoginia internalizada que tal vez, no nos haga violar o matar a mujeres, pero sí nos hace despreciarlas, querer protegerlas, porque son tan frágiles que no pueden defenderse por sí mismas. Al desear alejarlas de todo peligro,  tal vez, nosotrxs mismxs seamos un peligro.

Y como sé que suele de inmediato argüirse que no todos los hombres son como Martín Pradenas, por ejemplo. Yo digo, hagamos un ejercicio de honestidad: ¿cómo se llama cuando no se quiere intimar con alguien y de algún modo, te hace sentir comprometida a hacerlo? Díganme: ¿a quién no le ha pasado? . Entonces, no es Martín, no es Hugo a quienes debemos dirigir nuestros ojos de jueces de la buena conciencia... al menos, no desde el ser juez, ni tampoco mantener una preocupación exclusiva en estos seres, sino que principalmente, preguntarnos sobre nosotrxs mismxs. Pues, no solo los hombres violan…

Entonces, llamarles monstruos a estos seres, refuerza que existe lo correcto y lo incorrecto. Y no hemos reparado que este mundo que nos tocó habitar no ha dialogado lo correcto y menos lo incorrecto, lo ha impuesto. Les formulo otra pregunta: ¿existen leyes consensuadas? Digo, en el más amplio sentido y repito la pregunta: ¿existen leyes consensuadas? A lo que agrego, ¿cuál es la retórica de valor para los consensos?

Siguiendo esta línea, lo correcto es impuesto: ¿Por quién? Podríamos resumirlo en el siguiente concepto: por la cultura hegemónica. Es decir, aquella que puede enunciarse realmente, porque existe, le vemos, le percibimos, desde abajo, creyéndonos parte de ella. Y a la vez, esta cultura hegemónica puede fundar. ¿Fundar qué cosas? Un Orden Simbólico, y en consecuencia, una materialidad que a su vez refuerza este Orden Simbólico. Uno, que al decir de las feministas radicales de la diferencia: es más bien, un Desorden Simbólico Patriarcal, porque al nombrarnos con sus categorías, nos invisibilizamos; al nombrarnos con sus categorías, nos borramos.

En él, la monstruosidad es esa peligrosa excepción a la regla -no consensos- a la regla, a esa verticalidad impuesta, aunque se disfrace de una curiosa representatividad. Pregunto: ¿cómo nombrar si al hacerlo me borro? ¿Cuál representación tendré, si cuando me ven, no me perciben? Porque, de igual modo, no toda la gente puede ver literalmente ¿Me perciben si inmediatamente asumirán que vivo en un cuerpo equivocado y obviamente deseo convertirme en una mujer? Me pregunto además: ¿en cuál mujer? Hasta donde yo entiendo hay diversas formas de habitar el ser o estar siendo mujer.

En esta imposibilidad de nombrarse, porque existe una imposibilidad de existir, creo que hay un camino para resquebrajar ese Desorden Simbólico Patriarcal que nos determina y constriñe. Aquí, es que llega lo monstruoso. Aquí es cuando este monstruo irrumpe, poniendo en tensión, por lo tanto, a la normalidad.

Este monstruo, será monstrux, con x. Primero, porque eso llamado monstrux, no sabemos qué es, aunque pretenciosamente, algunos asumirán de manera arbitraria y afirmarán que saben qué es. Pero si esx monstrux no habla desde este Desorden Simbólico Hegemónico, entonces, se mantiene en una incógnita. Abre la temida incertidumbre.

Estx monstrux puede operar -al menos- en dos dimensiones: Por una parte, se muestra y por la otra, les muestra al resto. Es, por decirlo así, una especie de espejo que podríamos caracterizar como deformado, respecto de la normalización que sería la forma correcta. Al mostrarse y los otros no saber qué es realmente, entonces, hay incertidumbre, porque se conecta con la otra dimensión de este monstruo con x: muestra a otros. Usualmente,  una herida. ¿Quién, realmente, está con la disposición de enfrentarse a la herida? Una que si bien no es originada por cada uno, si cada cual, puede llegar a empeorarla. Hacerse cargo de la autodestrucción, lo sé, no es ni será fácil, pero ahí está esx monstrux con X que nos invita a…

En segundo lugar, la X expresa una incertidumbre respecto a la cantidad, que se lleva a la eventual S con ella. ¿Por qué asumir que lx monstrux es uno? Monstrux con X es un fanzine, un collage. Se conforma de partes irregulares entre sí, que se adhieren no del todo, es por lo mismo, estridente. Por eso una monstruosa no puede pasar desapercibida. La invitación desde la perspectiva presentada ahora para ustedes, es comprendernos siendo todxs a la vez. Una x que hable de dos, de cien, de miles, de cinco, de diez. Un existir que al existir se camufla en sí, porque este Desorden Simbólico Patriarcal no puede decodificar la disrupción más allá de la moral de lo correcto y lo incorrecto. He aquí, por lo tanto, una ventaja. Al menos, una que les invito a ustedes a percibir. ¿O seguiremos intentando, al decir de Audre Lorde, desmontar la Casa del Amo con las herramientas del Amo?

Una colectividad que nos haga actuar en bandada, sin innecesarios liderazgos, porque esa fórmula es parte del mundo que está cayendo, o es que acaso, ¿No estamos leyendo que desde el 2011 se abrió un nuevo ciclo social/político que ha venido expresando la deslegitimación de la institucionalidad? Una misma institucionalidad destinada a frenar el clamor popular.

Al respecto, honestamente, les pregunto: ¿seguiremos repitiendo que la idea del plebiscito se instala desde la calle? Personalmente, no podría avalar la constitución del Dictador, claramente, no soy partidaria del Rechazo, pero exijo honestidad, porque sin honestidad: ¿cómo podemos seguir confiando lx unx en lx otrx?

En mi lectura, el plebiscito fue una salida institucional, por arriba, entre los partidos del régimen, dentro del cual incluyo a la socialdemocracia más joven que más han perdido minutos en explicar por qué votaron y no votaron por tal o cuáles indicaciones de tal o cual ley profundamente represiva, en vez de desarrollar un rol impugnador de la corrupción del Poder. Leyes que, sabemos no perjudicarán Ni a los Larraín, ni los Matte, ni los Luksic. Porque las cárceles tienen sello de clase y de raza.

Por cierto, que debe terminarse la Constitución de la Dictadura, por supuesto que sí. Solo en lo simbólico, ya es muy relevante. Pero invito a la transparencia.

Desde este habitarse y estar siendo monstrux, así con x, en tercer punto, se plantea y nos plantea dejar de intentar desmontar la Casa del Amo con las herramientas del Amo. ¿La razón? Curiosamente, la x. ¿Cómo pronunciarla sin transformarla en g o en j? ¿Cómo pronunciarla asumiendo su explosividad? Pues creo que así: que explote, que remezca, que nos remezca.

Los defensores de la RAE, apelan a ésta para plantear que no puede usarse la e como un sufijo que exprese un género neutro, obviando que hablamos como hablamos por una imposición sangrienta de hace más de 500 años, llamada Colonización, que nos instaló este pensamiento binario que se alimenta de dicotomías, sin lograr dar cuenta de los maravillosos intersticios y cruces que habitamos y nos habitan, sin lograr develar las maravillosas complejidades de las pluralidades.

El suyo, este Desorden Simbólico Patriarcal, es el Mundo del Uno, es el Adán que pretende siempre sacarnos de su costilla. La X, ese error el cual reportaba María Olivia Monckeberg quería decir aquel símbolo en las antiguas máquinas de escribir, es una posibilidad de abrir otros caminos, nuevas y plurales aventuras que apunten a algo más que el Plebiscito, que nos hagan construir mundos otros. Como dicen los, las, otroas zapatistas, por un mundo donde quepan muchos mundos.

No nos transformemos, en su costilla, no seamos el falso dos en el Mundo del Uno. No validemos su asesina normalidad, pues como gritan las paredes de las calles, el problema es la normalidad. Porque el problema no es solo Jaime Guzmán o Sebastián Piñera, somos nosotrxs, con nuestros propios Jaimes Guzmanes y Sebastianes Piñeras, que ahí aguardan a tomarse el Poder: ¿Y para qué? Realmente, ¿para qué?